lunes, 20 de agosto de 2007

Bertold Brecht. Poema de un obrero a un médico.

¡Nosotros sabemos lo que nos enferma! Cuando nos sentimos mal nos enteramos que eres tú el que nos va a curar.
Durante diez años, nos dicen, en hermosas escuelas construidas con dinero del pueblo, aprendiste a curar, y tu ciencia te ha costado una fortuna. Tienes que saber curar.
¿Sabes curar? En tu consultorio nos arrancan los harapos y tú aplicas el oído a nuestros cuerpos desnudos. Una mirada a los harapos te informaría mejor sobre la causa de nuestra enfermedad. La misma causa desgasta nuestros cuerpos y nuestras ropas.
Dices que el dolor en el hombro proviene de la humedad, de la que también proviene la mancha que hay en la pared de nuestra casa. Dinos entonces: ¿de dónde proviene la humedad?
Exceso de trabajo y falta de comida nos hacen flacos y débiles. Tu receta dice: “Tiene que aumentar de peso.” Es como decirle al junco que no debe mojarse
¿Cuánto tiempo nos dedicas? Es evidente: la alfombra de tu casa cuesta tanto como cinco mil consultas.
Probablemente dirás que eres inocente. La mancha de humedad en la pared de nuestra casa dice lo mismo.

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