lunes, 15 de febrero de 2010

SERMON DE SER Y NO SER .

...Ea, ¿qué?: después de todo,

¿es por ventura culpa de los seres mismos

ser lo que son? ¿Acaso ahora saben ellos

lo que hacen? ¿O lo sabes tú, que todavía

enarcas el entrecejo y alzas vanamente

el iracundo puño? Míralos abajo,

de la ventanilla del avión que nos arrastra:

hela ahí la tierra toda ya cuadriculada

de remiendos pardos de barbecho y otros verdes

surcos tan iguales, y por las laderas

árboles al tresbolillo, y carreteras negras

y canales destelleantes que las van cruzando

¡con qué orden y capricho! ¡Cuales hormiguitas

hacendosas y discretas! ¿Ves?: ni se las oye

ni se las ve siquiera; y hasta tiene gracia

ese polvo luminoso que de sus ciudades

transpira por la noche; y estos ramalazos

de fuego que hacia nuestro trimotor escupen

sus baterías, ¿no son una fiesta breve

de la sombra eterna? Cierto que es verdad que tienen

una condenada naturaleza, si es que puede

llamarse naturaleza a semejante cosa:

a los pechos de la ley los han criado, y ellos

se enredan en las mallas, como leoncillos

nacidos ya en el circo, cuya vida nada

puede ser sino esa su prisión y, dentro de ella,

la intermitente fiebre de debatirse contra

la red inextricable. Así los ves que trazan

linderos en el mapa infinito, y dicen:

“De aquí hasta aquí, doscientas trece hectáreas mías”,

y plantan los mojones y las alambradas,

que al que las tocó le abrasan los alambres mismos;

y apuñalan a la hembra que le dijo: “Tuya

para siempre”, y que una tarde, como pasa, cuando

se transforma el otro en uno, se les fue con otro.

Porque es que lo que atenta contra las fronteras

de su posesión está a los límites atentando

de su definición y abriendo puerta a todos

los vientos de la malsegura noche, en donde

su muerte sienten amanecer: esto es, la muerte

de su ser. Y así, son hombres o mujeres, parias

o capitalistas, justos o perversos, indios

o norteamericanos; porque lo que importa

es ser lo que se es. Por eso se ha inventado

la guerra y las verdades y el Amor y tantos

ministerios laborales; y por eso mienten

y, en conscuencia, matan, y si el caso llega,

se matan ellos mismos, demostrando en vivo

que la vida ya no es nada, sino en todo caso,

del ser materia propia.Y hasta son, por cierto,

tan necios y pedantes que, tras el invento

de la familia, y la nación, y la persona,

y las clases, y las razas, izan todavía

la bandera de la Humanidad y se proclaman

del Hombre defensores y de sus derechos

naturales, y los hombres, irrisoriamente,

se hacen humanistas, como los alemanes

devenían alemanistas, o como oficinistas

los oficinistas, y los leones, si pudieran,

se harían leonistas, o como era Lope

lopista por esencia. Bien, así son ellos;

¿quién va a negarlo? Pero y ¿qué? Aquí ¿a qué viene

todo eso? ¿A quién le importa? ¿Quién lo dice? Eso

que son no era lo que aquí cantar querías,

sino aquellos que parece que puedan asimismo

no ser. Empresa dura y desairada ésta

de cantar lo que no es. Pues ¿quién te paga? ¿Quiénes

van a agradecértelo? Ni escribes sinfonías

para bandas militares ni a los batallones

de trabajadores les compones algun hímno

que acompase el ritmo de sus brazos, ni novelas

que lean en el metro, ni sagaces hojas

que expongan a los jóvenes los mecanismos

de la explotación, ni grabas siquiera discos

que animen a las parejas en la cama y viertan

el consuelo de la pena de averiguar que acaso

el amor era también producto del consumo

del tiempo libre. Así que entonces, ¿para quiénes?

¿Qué fundación, qué suscripción, qué Dios, qué ojos

sonrientes de muchacha, qué palmada amiga

en el lomo va a venir a sustentarte para

seguir desarrollando el tema de la gloria

de no ser? Como no esperes que las ovejas tontas

o los escasos linces que queden por la tierra,

o las estrellas, o los juncos de los ríos,

vayan a pagarte... Pero nada son; pues todo

lo que es lo es el Hombre, y hasta ellos hombre

son a sus manera. Ni tampoco cuentes con que

tú mismo vayas a pagarte la fatiga

de decir las loas a la nada; que tú mismo

tampoco eres diferente de los otros:

eres ellos. Nada ganaré: la cara inversa

del ser no es moneda. Pero todavía,

si premio ya ninguno hubiera, pero al menos

se pudiera...Mas me temo, al roce de estos labios,

que el no ser mismo se convierta en una rosa,

una bandera más que guíe por las calles

batallones enardecidos de la fe en la nada

negativa. Pero, en fin, de todas las maneras,

¿qué vas a hacer? Te han enseñados a hablar: revientas

si no hablas. Y además encima quieren que esta

carnosa boca y estos ojos en que ardía

la miel del sueño, y esta mano de catorce

nudillos, tus rodillas y tobillos y este

dorado cuerpo tenga que morirse un día

cualquiera, por el hecho de que yo me muera,

sin protestar. Pues ea, sigue ya adelante,

sermón el más ingrato que jamás saliera

de boca humana. Lo que si tendrás cuidado

con una cosa : para decir las alabanzas

de aquello que no es nada, no te irás derecho

al bulto, no caerás estúpido en la trampa

de decir la nada misma, sino que astutamente

hablarás un poco de las cosas infinitas

que los seres pueden ser: al ser por su palabra

cogerás, que dice que él,que es uno, al mismo tiempo

es muchos; golpeando infatigablemente

sobre el ser al rojo vivo,irás manifestando

su naturaleza de materia plástica, hasta

que gritarle puedas, devolviéndole su propio

insulto habitual: "La que es una cualquiera

no es nadie”; y de ese modo, sin decir la nada,

que es hacerla ser, habrás colaborado a hacerla

la indecible nada de los seres. Ahí los tienes:

míralos, tan móviles y tan dóciles a toda

querencia, como gusanos verbeneando, prestos

a trocarse a cada paso de gusano en queso,

de queso en gusano al punto,y otra vez en queso

de gusano, y en gusano impenitentemente

de queso; metamorfosis éstas, por supuesto,

meramente nominales:pues lo que llamaban

ámbito ni circunstancias eran asimismo

los circundados, que a su turno circunstantes

eran a la vez. Porque ello es que todo es causa

de todo, y todos uno.


Agustín García Calvo

No hay comentarios:

Publicar un comentario